Cenote Sagrado: sacrificios y leyendas que nos invita a conocer Chichén Itzá

Si bien el sitio arqueológico de Chichén Itzá se considera como uno de los más importantes paseos en la Península de Yucatán por sus hermosos edificios y su variada arquitectura, lo cierto es que la zona encierra otros secretos y puntos de interés que valen la pena descubrir. Los mismos han sido cruciales para la vida cotidiana de los mayas y han representado espacios de encuentro social para cada uno de estos habitantes originarios de las tierras mexicanas.

Uno de los más relevantes entre todos estos atractivos “adicionales” es el famoso Cenote Sagrado que se encuentran las inmediaciones. Para ser más precisos, esta depresión geográfica repleta de agua se encuentra al norte de la popular pirámide de Kukulcán, con la cual se conecta a través de una calzada de 300 metros de longitud. La cercanía entre ambos lugares no es casual, dado que el cenote era muy importante para la vida maya.

Cenote Sagrado, Chichén Itzá

Imagen de Laurent de Walick

Esta suerte de espejo de agua a cielo abierto mide 60 metros de diámetros y cuentan con paredes verticales de 15 metros desde la superficie hasta el comienzo del agua. El impresionante agujero en el suelo fue estudiado y explorado en numerosas ocasiones, lo que ha dado a pensar que los Itzáes (los habitantes originales de Chichén Itzá) y sus sucesores, los Xiues, lo utilizaron para realizar sacrificios humanos y animales así como un espacio sagrado para tributar a los dioses.

Obviamente, todo esto sustentado en la exploración arqueológica, que ha encontrado todo tipo de elementos en el fondo del cenote. De hecho, la curiosidad que despierta este agujero (así como la codicia que despiertan las historias que relatan acerca de las riquezas que allí se arrojaban) hicieron que muchas personas se muestren interesadas en recorrer las profundidades de las aguas para localizar tales tesoros.

Cenote Sagrado, Chichén Itzá

Imagen de Oscar Anton

Uno de los primeros en intentar rescatar estas riquezas del fondo del cenote fue Edward Herbert Thompson, cónsul de Estados Unidos que en 1904 instaló una draga para rastrillar el agua. Sus exploraciones no fueron en vano, dado que en los múltiples rastrillajes extrajo una enorme cantidad de objetos. Entre estos se contaban muchos esqueletos humanos y de animales, pero también joyas y piezas de valor arqueológico talladas en jade y ónice.

Thompson se dedicó a la extracción de tesoros durante 30 años, época durante la cual vendió la mayoría de los objetos que rescató de las profundidades. Finalmente, las autoridades decidieron expropiar la hacienda de Chichén Itzá y se decidió recuperar la mayor cantidad de piezas posibles. Así, algunas de ellas terminaron en el museo Peabody de Estados Unidos, mientras que otras fueron devueltas al Gobierno Mexicano.

Cenote Sagrado, Chichén Itzá

Imagen de Nizam Uddin

Luego del accionar de Thompson, solo se realizaron dos dragados adicionales, del cual solo el segundo fue realmente redituable gracias a los esfuerzos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. En definitiva, todo lo que se rescató allí terminó en museos y colecciones culturales, las cuales buscan mostrar no solo las obras de las viejas civilizaciones, sino también para actuar como testigos de las extrañas y peculiares costumbres de las mismas.

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